miércoles, 14 de octubre de 2009

Book II, Capítulo XI, La Celda Oscura

"La grandeza inspira envidia,

La envidia engendra rencor

y el rencor genera odio

A veces la indiferencia y la frialdad

hacen más daño que la averción declarada"

J.K. Rowling

Capítulo XI

La Celda Oscura

Abrió los ojos con pesadez, la magia que le había costado días en juntar se había acabado minutos después de invocarla, pero era de esperarse no podía desear mucho del deplorable estado en el que se encontraba y más porque su celda estaba rodeada de hechizos que le prohibían hacer magia, más bien debería estar orgulloso de poder hacer algo de magia, miró su celda, su cárcel era esa habitación oscura donde a penas la luz de la bella luna de que era dueño ese mundo podía entrar. Se sentó con dificultad en la cama, la herida de su hombro lo estaba matando, la puerta de su celda se abrió segundos después, un Penumbra entró con una bandeja que debía ser su cena. No podía evitar sentirse asqueado, aunque no sabía si era la repugnante apariencia de aquel ser o lo detestable que era la comida que le daban, después de todo era un elfo, amaba la belleza y la perfección.

-Aquí tiene su cena, mi rey –dijo sarcástico el Penumbra haciendo una torpe reverencia que hizo derramar un buen tanto del liquido que había en el vaso sobre el azafate.

-Gracias –contestó Zane recibiendo el azafate de las deformes manos del ser.

El Penumbra no dijo nada, aunque hizo un mohín de asco, Zane sonrió, sabía muy bien que aquellos seres odiaban la cortesía. El Penumbra salió de la habitación y otra vez volvió a quedarse solo, dejó el azafate en el suelo junto a la cama, no tenía ganas de comer algo como eso, su cuerpo estaba un tanto entumecido y eso lo ayudaba a seguir moviéndose, estiró sus brazos sobre su cabeza y su rostro se turbó de dolor ante la acción que no había resultado agradable, las heridas de su espalda que se habían vuelto abrir. Haló la silla que estaba a los pies de la cama hacia la pared de la derecha y se subió en ella para poder alcanzar la minúscula ventana que se encontraba en el lugar, miró a través de ella y se fijó en la luna, era menguante, faltaba muy poco para que el destino de su vida fuera decidido.

Jamás pensó que su destino se encontraría en manos de su hermano, no, no era su hermano, era solo otra bestia que se había apoderado de la frágil alma de su hermano, ¡¿Cómo no se había dado cuenta antes de eso?! ¿Por qué no había confiado más en él cuando pidió su ayuda? Pero ahora ya no valía la pena hacerse esas preguntas, ahora lo único que podía desear era que Isis descifrara las pistas e ideara un plan para vencer a sus captores y liberarlo.

El sonido de pasos lo trajo a la realidad, alguien caminaba hacia su celda, se bajó de la silla y la volvió a colocar en su lugar lo más rápido que pudo antes de que la puerta se volviera a abrir y diera paso a la mente maestra detrás de su secuestro, al ser que desde hacía más de un año traía desgracias a los mundos mágicos, Alberich.

-¿Qué haces aquí? –Preguntó despectivamente Zane al sentarse en la cama –si tengo que estar atrapado en este inmundo lugar prefiero estar sin tu compañía.

Alberich sonrió con demencia reflejada en el rostro, caminó por la habitación revisando con la vista cada rincón como si fuese la primera vez que entraba a ese lugar y luego volteó hacia Zane aun con esa demencial sonrisa surcando su rostro.

-Oye, tú no puedes exigir nada, recuerda que eres nuestro prisionero, hermano –dijo lentamente Alberich disfrutando de cada sílaba.

-¡Tú no eres mi hermano! –Exclamó Zane con el tono aun poco más fuerte que el de costumbre mientras el labio inferior le temblaba por la rabia –fui un estúpido al no darme cuenta antes de que eras un demonio, que se había aprovechado de la fragilidad mental de Alberich para poseerlo.

-No debes culparte, Zane, -dijo despreocupadamente Alberich mientras jalaba la silla en la que antes había estado Zane, hasta colocarla delante del elfo –Todos los elfos confían ciegamente los unos en los otros porque piensan que son la raza perfecta. ¡Ni siquiera tu Madre se dio cuenta de que su querido hijo estaba siendo poseído! Ja ella solo pensó que Alberich estaba actuando extraño porque estaba preocupado por la salud de su padre, ¡Todos lo pensaron! Y así me dejaron tomar el control de su tonta raza elfica, cuando tú los abandonaste.

-Pero ahora no podrás hacer lo mismo, ahora todos saben que eres un farsante –le recordó Zane aun más molesto que antes, él reconocía su estupidez al haberse dejado engañar por la apariencia, y que esa criatura se lo recordara le irritaba –No podrás volver a usar ese truco.

-Esta vez no necesitaré de ningún truco, -Dijo el demonio en el cuerpo de Alberich elevando los brazos - esta vez yo, Roren, me hare del poder del mundo de la luz con mi propia fuerza y esta vez sin usar un tonto disfraz como lo es el cuerpo de tú hermano, gracias a ti.

-¡Maldito! –gritó Zane antes de propinarle un golpe en el rostro a Roren lo que hizo que este cayera de la silla, Zane estuvo de pie un rato sujetándose con fuerza el hombro herido mientras el otro se ponía de pie y estallaba en risas limpiándose el hilo de sangre que manaba de la comisura de sus labios.

-Parece que aun te quedan demasiadas fuerzas, Rey –dijo burlescamente Roren –haré que mis Penumbra se encarguen de eso pronto.

-No puedes matarme, por lo menos no si quieres llevar a cabo tu estúpido ritual –contestó Zane con desdén.

-No, no puedo matarte, pero hay cosas peores que la muerte, Zane, -dijo Roren mostrándole los dientes a Zane con una mueca de odio contenido- y yo me encargaré de que las vivas antes de convertirte en el sacrificio para que pueda recuperar mi antiguo cuerpo.

-Si has tenido el cuerpo de Alberich desde hace más de un año ¿Por qué no lo usaste a él como sacrificio?, después de todo él también es parte de la familia real –Preguntó Zane de la manera más calmada que pudo hallar, enojarse con un ser como Roren no daría ningún resultado.

-Porque tu hermano no era hábil en la magia, lo que tú haces muy bien –respondió el ser en el cuerpo de Alberich -el hechizo exige claramente: sangre y alma reales llenas de magia y me temo que Alberich no llenaba las expectativas, era un completo inútil, y yo que me había sentido tan feliz cuando me di cuenta de que había poseído a un príncipe élfico cuando recién había perdido mi cuerpo. Me llevé una gran decepción cuando lo descubrí, así que planeé secuestrar a tu agonizante padre pero para mi mala suerte el murió mucho antes de que pudiera hacerlo y con él, tu madre también pereció, así que solo me quedabas tú a la mano, pero huiste, así que no me quedó de otra más que asumir el cargo de rey con el cuerpo de tu hermano, entonces decidí lanzar una maldición para que todos los habitantes de los mundos mágicos cayesen bajo mi poder y así poder encontrarte, o por lo menos encontrar a otro descendiente real, después de todo la realeza élfica es por línea materna y tu madre tenía una hermana que había tenido un hijo, pero todo salió mal, por alguna razón tu al igual que tu primo se libraron de mi maldición, tu guiaste a la rebelión y él se escondió para enviarte información del mundo de la oscuridad. Ja, quien iba a decir que en la realeza élfica corriese sangre de los míos.

-Caleb no es como tú –afirmó decidido Zane, sabía que el padre de su primo era un hibrido, una mezcla de Shinigami y elfo, por eso se le había negado el derecho a su primo a vivir en el mundo de la Luz como elfo y con el todo derecho de nobleza, la raza élfica era muy severa con las mezclas y más aun tomando en cuenta que era una combinación con la raza con la que tenían más dificultades y a la que más odiaban, los Shinigami –No sé porque tú deseaste cometer tal crimen hacia nuestra raza, los Shinigami y nosotros, somos enemigos por naturaleza pero nunca hemos creado una guerra por eso. Cada raza respeta las actitudes de la otra. ¿Por qué atentar contra nosotros?

-Porque los elfos ya se han dado demasiada gloria, ¡por todas partes se oye el nombre de los elfos y sus reyes! –gritó él con odio contenido, para después soltar una carcajada –ya era hora de que mi raza tomara el lugar que les correspondía, después de todo nosotros somos los que mantenemos el orden en este mundo, ya era hora que adquiriéramos nuestro lugar de dioses.

-¡Ustedes no son dioses! –exclamó Zane dando unos pasos hacia Roren – ¿No se supone que el lema de los Shinigami es no tener nada en este mundo, solo dedicarse a su trabajo para que cuando les llegue el momento de morir, poder partir sin despedirse de nada para no guardar remordimientos?

-Es una tontería – dijo Roren en un susurro para luego elevar su voz -¡Yo me encargaré de cambiar ese lema! ¡Yo me encargaré de destruir a todos los demás seres y adquirir el lugar que nos corresponde!

-Los Shinigami no te seguirán porque es una locura –dijo Zane viéndolo con asco.

-¿Cómo sabes que no me seguirán? –Preguntó él, caminando en círculo por la habitación.

-Porque si quisieran seguirte serian ellos los que estarían aquí, no esos asquerosos Penumbra –acotó Zane para luego ver la cara de sorpresa de Roren disfrazada con los rasgos de su hermano –solo eres un tonto que ha llegado demasiado lejos, te haré pagar por todo lo que has hecho y eso incluye lo que le hiciste a mi hermano.

-Para hacer eso primero tendrás que liberarte de nosotros con vida y eso nunca pasará, Zane –dijo Roren sonriendo con suficiencia.

-Claro que lo haré, eso lo tengo muy seguro –contestó Zane con firmeza.

-y ¿Cómo lo harás? –cuestionó el Shinigami.

-Mis amigos me salvaran, en ellos estoy confiando mi vida, porque yo si tengo alguien que desee ayudarme sin que yo lo obligue o chantajeé como tú lo haces con esos Penumbra –dijo Zane con una sonrisa de medio lado en el rostro.

-Tonto –susurró Roren –aunque te encuentren, para poder liberarte primero tendrían que matarme y si me matan tan bien matarán a tu hermano menor.

-Mi hermano ya está muerto, Roren, lo mataste en el momento que lo poseíste – dijo Zane, aunque un poco de duda lo invadió.

-No, Alberich sigue vivo, no quise matarlo antes –mencionó Roren en un tono inocente que irritó a Zane.

-Ya habías pensado en esta situación, mantuviste vivo a mi hermano para salvar tu vida –dijo el elfo, por lo menos ahora tenía un poco de esperanza para salvar a su hermano y enmendar su error.

-Así es –mencionó Roren mientras se dirigía hacia la puerta –me encargaré de matar a tus amigos uno por uno –susurró antes de cerrar la puerta de la habitación con cerrojo a su espalda.

……………………………………………..

-¿Eso significa que tenemos que buscarlo en el mundo del aire? –preguntó Eclipse cuando Sefis y Myshel terminaban de contarle lo de la visión y la pista que posteriormente habían encontrado Caleb, Kevin, April e Isis.

-Pues según lo que indica la pista, si –respondió Myshel con un tono de aburrimiento en su voz.

-Pero no sabemos si aún esta en ese mundo así que será mejor esperar información de Isis, después de todo ellos encontraron la pista hace dos días y medio –Dijo la Reina Akassia desde el balcón del palacio real de la Luz.

-Opino lo mismo –apoyó la Reina Kora que estaba con su forma humana en esos momentos.

-Pero no podemos quedarnos sin hacer nada –opinó Sefis a los gobernantes.

-Lamentablemente nuestra salida al mundo del aire sería muy sospechosa, Sefis –explicó suavemente la Reina Driada –recuerda que el secuestro de Zane es un secreto para protección de los mundos.

-Pero hubiera sido más fácil encontrarlo si todos los seres mágicos estuvieran ayudando –Dijo Myshel mientras se sentaba en uno de los sillones que formaban parte de la sala real.

-Te equivocas, todos habrían entrado en pánico, después de todo Zane era la última esperanza que les quedaba y eso les hubiera dejado libre el camino a esos extraños –dijo Eclipse sin ver a las chicas.

-No hubiera ayudado mucho que todo los mundos los estuvieran buscando, al final Isis iba a ser la única capaz de resolver las pistas de Zane –dijo la Reina Akassia viendo hacia el vacío mientras el viento jugaba con sus cabellos –al final solo nos queda poner nuestras esperanzas en ella.

-Estoy de acuerdo contigo, Akassia –Agregó la Reyna Kora, comenzando a caminar hasta colocarse al lado de la Driada –me temo que tendremos que informarle la desaparición del Rey de la luz a los demás gobernantes o nos culparán de traición, y en este tiempo lo que menos quiero es una acusación de esas en mi contra.

-No sabemos cómo van a reaccionar los reyes ante esto –mencionó Sefis desde su lugar en el sillón junto a Myshel.

-Pero tendremos que arriesgarnos, la Reina Kora tiene razón, si les ocultamos algo tan importante como esto a los reyes nos culparan de alta traición –apoyó Eclipse.

-Lo que podemos hacer es informarle sólo a los reyes necesarios –opinó Akassia mientras se daba media vuelta para quedar viendo a las demás –sólo avisemos a los reyes de la oscuridad y los reyes del aire que son los mundos involucrados en todo este embrollo.

-La condición real del mundo del aire a estado muy complicada desde que murió su ultimo Sumo Monarca –informó la Reina Kora –para mí bastaría que le informáramos a los Altos Lores del aire y a la realeza angelical, dejemos fuera a los Lores inferiores.

-Pero se molestarán si hacemos eso y no nos conviene tenerlos como nuestros enemigos –dijo Eclipse –además no podemos saber si los reyes del mundo oscuro estarán de nuestra parte o tomarán la ventaja de que estamos sin rey para atacarnos, después de todo, la vez anterior los Penumbra, los vampiros y algunos ángeles oscuros que se libraron del control mental de Alberich se quisieron sublevar contra él pero no consiguieron nada porque él los mandó a amenazar por unos poderosos hechiceros que habían caído presas de su hechizo.

-Pero es nuestro deber informarles –dijo Akassia después de un largo suspiro –le avisaremos al Conde de los vampiros, al Capitán de los Shinigami y al Señor de los ángeles oscuros.

-¿Y los Penumbra? –Preguntó Sefis al notar que faltaban esos monstruos.

-No, a ellos no les informaremos, después de todo ellos son nuestros enemigos declarados –explicó tranquilamente Eclipse.

-Será mejor empezar a informar a los gobernantes –dijo la Reina Akassia –será mejor empezar a viajar.

-No, será mejor que convoquemos una reunión de líderes –opinó la Reina Kora –será más sencillo que viajar hasta cada uno de los líderes.

-Entonces sería más fácil decírselos en la reunión de Samhain, después de todo ese es el tiempo límite, démosle hasta entonces a los chicos para encontrar a Zane –dijo la Reina Akassia para volverse a voltear hacia el paisaje del mundo de la luz –espero que lo encuentren antes de que llegue ese día, es nuestra última esperanza.


viernes, 2 de octubre de 2009

Book II, Capítulo X Piedras Negras

Hola a todos, se que esta vez he roto el record de retraso, lo siento sinceramente, es solo que había estado muy ocupada con las tareas del colegio, pero ya me pongo al día y esta vez, espero de todo corazón ver sus comentarios.

besos a todos mis lectores.

“El dolor es el megáfono que Dios utiliza

Para despertar a un mundo de sordos;

Porque somos como bloques de piedra,

A partir de los cuales el escultor poco a

Poco va formando la figura de un hombre,

Los golpes de su cincel que tanto

Daño nos hacen también nos hacen

Más perfectos."

C.S. Lewis

Capítulo X

Piedras Negras

Isis desmontó el Pegaso por decima vez ese día, estaba exhausta, otro día más de larga búsqueda estaba acabando y acababa sin ninguna pista de Zane otra vez. Caminó sin mucha prisa hasta la casa central, después de todo no había nadie que la estuviera esperando, era la primera en llegar de la búsqueda diaria porque Helios, con quien había estado buscando, pues se habían dividido en parejas, había dicho que iba a ir a buscar información a un lugar donde ella no podía ir. Caleb estaba buscando con Kevin en el otro lado del mundo del aire así que tardarían en llegar, al igual que April y Kristal, Sefis y Myshel habían viajado al mundo de la luz para informar a las demás de la visión que le había mostrado Zane a Isis.

Entró en la casa sin mucha reverencia, era una suerte que las casas de ese mundo nunca estuvieran cerradas con cerrojo, pues ningún ser debía preocuparse por ladrones. Caminó a la cocina y tomó una manzana del tazón de frutas que acostumbraba a dejar Kristal en la mesa, sin duda lo que menos faltaba en esa casa tan hermosa era comida deliciosa. Volvió a salir de la casa, sería buena idea dormir un rato antes de que los demás llegaran y se pusieran a platicar de lo visto durante el día.

El viento corría suavemente esa tarde, aumentando levemente la temperatura ya alta del mundo del aire, Isis se quedó parada en el puente que iba hacia su estancia y miró hacia abajo, había una hermosa replica de su mundo, sonrió, recordaba claramente la extraña explicación que le había dado Kristal el día anterior cuando había preguntado sobre la rara vista.

-“Imagina el mundo del aire como una dona” –había dicho Kristal cuando las dos estaban paradas en ese mismo puente.

-“¿Cómo una dona?” –preguntó Isis viendo confundida a Kristal, que sonreía con ganas, como si disfrutara la explicación que le habían dado.

-“Si, como una dona” –contestó Kristal señalando hacia abajo donde se podía ver claramente la Tierra como si se estuviera viendo desde el espacio –“escucha, imagina que ahora nosotras estamos dentro de la dona, somos su relleno dulce y los demás mundos son como canicas que están rellenando el agujero del centro”.

-“Bien ¿Y?” –cuestionó Isis escuchando con atención a Kristal.

-“Ahora imagina que la masa de la dona es transparente” –continuó Kristal –entonces nosotras, el relleno, podemos ver las canicas del centro que son los mundos mágicos, pero sin poder salir de la dona por más que trataras”.

-“Entonces ¿Desde cualquier punto del mundo del aire puedes ver los mundos mágicos?” –preguntó Isis sin levantar la vista de su mundo

-“No, solo puedes ver cierto mundo desde cierto lugar” –explicó la chica dándole la espalda al paisaje –“Helios buscó por mucho tiempo un lugar para hacer su casa donde se viera el mundo humano”.

-“Y ¿Por qué el mundo humano? Después de todo no tiene nada de especial” –dijo Isis aunque después tuvo que admitir que su mundo era hermoso y que después de todo siempre sería su hogar.

-“Porque es hermoso y es el único de los mundos que es tan colorido” –dijo Kristal, y luego agregó con un tono melancólico –“me gustaría ir algún día a ese mundo”.

-“No tiene nada de especial, para mí, son mucho mejores los demás mundos pues están llenos de magia” –mencionó Isis viendo a Kristal.

-“En verdad que los humanos no aprecian lo que tiene” –agregó un tanto molesta Kristal y esta vez volteó hacia el paisaje –“Tu mundo está lleno de una magia especial, una magia que no encontraras en ningún otro lugar”.

-“Al mundo humano se le negó la magia” –le recordó Isis a la chica.

-“Isis, no solo hay un tipo de magia” –dijo Kristal mientras se sentaba en la baranda del puente viendo la Tierra –“A tu mundo se le negó la magia visible, esa magia que tú conoces, pero en cambio los humanos pueden crear otro tipo de magia mucho mejor que la que nosotros usamos”

Isis volteó hacia Kristal intrigada por las palabras de la muchacha –“¿Cuál es esa magia?”

Kristal sonrió –“Tú amigo humano la conoce muy bien”.

-“¿Hablas de la tecnología?” –Preguntó incrédula Isis, eso no era magia.

-“Si, creo que así la llaman” –Contestó Kristal mientras movía distraídamente las piernas.

-“Kristal, créeme que la magia es mucho mejor que la tecnología y es menos dañina” –explicó Isis viendo comprensivamente a la chica, después de todo nosotros apreciamos más lo desconocido que lo conocido.

-“No, tu magia tiene más valor porque es hecha con esfuerzo y es dañina porque los humanos aun no han encontrado el balance entre una cosa y la otra, a nosotros, los seres mágicos nos llevó siglos encontrar el balance” –dijo la chica sonriendo para luego pararse en la baranda –“de todas formas me encantaría ir a tu mundo, aunque nunca podría ir porque me reconocerían de inmediato”.

Isis observó con atención a Kristal siguiendo cada movimiento de sus pies temiendo que la chica callera hacia el vacio, respiró profundo, Kristal no caería a menos que la empujaran con fuerza, después de todo los seres mágicos poseían un increíble equilibrio

-“¿Por qué serías reconocida?, tú luces igual que cualquier humano” –preguntó Isis un tanto nerviosa.

-“Tú también eres despistada” –dijo entre risas Kristal –“no podría ir porque tengo algo que ningún humano tiene”.

Y tan pronto como pronunció las palabras se lanzó hacia adelante, Isis emitió un grito y se inclinó para ver a Kristal, pero ella ya no estaba donde por lo menos debería estar viendo su silueta, una risa llego a sus oídos y volteó enseguida, Kristal estaba parada en la otra baranda del puente con dos alas desplegadas saliendo de su espalda. Isis lo comprendió, los vestidos de Kristal en realidad tenían la espalda descubierta para que sus alas la cubrieran y pasaran desapercibidas para el ojo inexperto.

Isis sonrió meditabundo y arrojó el corazón de la manzana que acababa de comer, se preguntaba qué pasaría con el trozo de manzana, no le había preguntado a Kristal esa posibilidad, pero se lo preguntaría cuando la volviera ver, ahora sería mejor entrar a la estancia y descansar un poco, pues esos últimos días no había dormido tan bien como hubiese deseado. El sol ya estaba cayendo, eso significaba que no faltaba mucho para que los demás regresaran a la casa, aunque podría ser que regresasen mucho más tarde que eso si encontraban una pista. Estiró sus brazos con pereza y se permitió bostezar, giró sobre sus talones y emprendió su camino hacia la estancia, o por lo menos lo trató, porque muy de repente una ola abrumadora de cansancio la invadió, una ola tan poderosa que ya ni siquiera era capaz de levantar sus pies para dar un paso. Sus ojos empezaron a pesar, reconocía la sensación, ya la había tenido antes, la vez en la que Zane le había mostrado la visión, aunque la vez anterior no había sido tan intensa.

Trató de caminar, después de todo no podía quedarse dormida en ese lugar o podría caer del puente con cualquier movimiento, pero le fue imposible, el cansancio se estaba apoderando por completo de su cuerpo y se le hacía cada vez más difícil controlar sus pensamientos, su mente luchaba contras las señales de pesadez. Sus ojos se cerraron sin poder evitarlo más y su cuerpo no tardó en desplomarse sobre la dura madera del puente.

Sus ojos se abrieron lentamente, y se encontró de pie dentro de una casa bastante más grande que la de Helios, pero vacía. Era una visión; así que debía memorizar cada rincón del lugar, estaba de frente a un largo pacillo con dos puertas a cada lado y una al fondo, por un momento se preguntó si debería revisar que había detrás de las puertas pero su respuesta llegó cuando una voz familiar la llamó.

-Isis –dijo Zane a su espalda, ella no pudo evitar que la alegría llenara su alma y con el corazón en las manos se volteó hacia él.

Zane estaba de espaldas a una ventana donde el sol se colaba iluminando la habitación haciendo que algunas partes de su perfil quedaran a oscuras, tenía los codos recostados en el alfeizar de la ventana y la miraba de un modo en que pocas veces la había visto, la miraba con amor infinito, lágrimas de felicidad corrieron por las mejillas de Isis, él también la había extrañado tanto como ella a él y eso que solo llevaban algunos días sin verse, no podía imaginar estar para siempre sin verse.

-Ven aquí, amor –dijo él con un tono dulce en su voz, en verdad la había extrañado, ella obedeció sin replicar y caminó hacia él más rápido de lo que hubiese deseado, tanto así que en realidad corrió hacia él y lo abrazo.

-Te extraño mucho –dijo ella mientras él escondía su rostro entre su hombro y su cuello.

-Pronto estaremos juntos –susurró Zane sin separarse de Isis, como deseaba que ese momento durara para siempre –Debo suponer que encontraste la pista o sino no estarías en este mundo y no podrías ver esta visión –agregó mientras se separaba de ella y la volteaba hacia la ventana para luego abrazarse a su cintura.

Él dejó de hablar y besó su mejilla, por primera vez en días Isis se sintió tranquila y segura, no había nada mejor que estar en los brazos de Zane, observó por unos segundos el paisaje que estaba al otro lado de la ventana, desde donde estaba podía apreciar la silueta de lo que debía ser el palacio del Aire, a ambos lados de la casa donde estaban, había una estancia que complementaba la casa, estaban pintadas de blanco lo que hacía que pareciera como si se fundieran con las nubes en las que estaban construidas, un pequeño molino de paredes rojas estaba ubicado a la izquierda y hacia girar sus aspas con pereza. Si Zane no estuviera secuestrado ese paisaje hubiera sido perfecto para el final de un día tan pesado como ese, un paisaje perfecto para sentarse a descansar abrazada con la persona a quien más amaba, pero ahora debía conectar su mente a la situación actual, sabía que tenían poco tiempo así que tenía que preguntar todo lo que fuese indispensable.

-Sé que la corona significa algo, pero no sé qué –dijo Isis tristemente sin dejas de ver por la ventana –no sé porque me muestras esto a mí, yo no soy buena para resolver enigmas.

-Si lo eres, solo que no confías en ti –le regañó Zane sin soltarla – ¿Qué te sucede? No pareces la misma Isis a la que conozco.

-Eso es porque no estás conmigo, no soy nada sin ti –contestó ella mientras apretaba las manos de Zane con las suyas.

-Te equivocas, se que tu podrás encontrarme, sólo tienes que esforzarte un poco más, todos confían en ti –dijo él mientras volvía a besar su mejilla.

-Eso es lo que me preocupa ¿y si fallo? –preguntó ella, por fin estaba siendo sincera y eso aliviaba un gran peso que se había estado acumulando desde el inicio del viaje.

-No, no lo harás, estoy seguro –dijo él, y esta vez la volteó para que lo viera con atención –en esta casa te he dejado otra pista que va de la mano con la corona, eso te dirá quién es mi captor y también te dirá donde estoy, así que…

Él se llevó una mano hacia su boca y se separó rápidamente de Isis, una tos ahogó cualquier intento de hablar, Isis lo observó preocupada, la tos aumentaba tanto que Zane se dobló de dolor, y lentamente separó la mano que cubría su boca.

-¡Zane! –exclamó preocupada Isis, al ver la boca y la mano de Zane manchadas de un espeso liquido rojo oscuro casi negro, sangre élfica.

-Escucha Isis –Dijo él con la respiración entrecortada –mi tiempo se acaba...

No pudo continuar hablando, un grito se le escapó de la garganta. Isis pudo ver como cortes irregulares aparecían en su rostro, los labios de Zane adquirieron un color morado y una mueca se formó en su cara como si estuviera pasando por un terrible dolor, Isis se acercó a él lo más rápido que pudo, colocó sus manos sobre los hombros de él y sintió como su mano izquierda se empapaba de sangre, giró rápidamente la mirada hacia el hombro, tenía un corte realmente profundo, la herida debía llegar hasta el hueso. Zane la abrazó, él debía haber creado una ilusión en su cuerpo para que Isis no viera esas heridas, sin duda él siempre se preocupaba por ella mucho antes que por sí mismo.

-No…no…te preocupes por mí –dijo Zane en un susurro ahogado sobre su oído.

-¿Cómo quieres que no me preocupe por ti? Si estás demasiado herido –argumentó Isis sintiendo como él se aferraba cada vez más fuerte contra ella –Por favor, Zane, dime donde estas antes de que termines muerto.

-Si…pudiera…te lo diría –dijo él usando sus últimas fuerzas –escucha…, por el momento estaré bien, mis captores me necesitan vivo para la próxima luna llena del mundo donde me encuentro, así que tienes hasta entonces para poder encontrarme. No olvides lo mucho que te amo, Isis.

Ella sólo alcanzó a asentir con la cabeza antes que él la besara, fue un beso demasiado delicado considerando el estado en el que se encontraba, un beso suave en el que rosó sus labios con los de Isis apenas ejerciendo presión para después posesionarse por completo de sus labios. Zane se separó de Isis muy a su pesar, pero ya no quedaba tiempo, la magia de su hechizo se estaba acabando.

Isis vio sin poder hacer nada como Zane se alejaba de ella y caminaba hasta el centro de la habitación y segundos después todo a su alrededor comenzaba a descolorarse como si todo estuviera hecho de tinta y empezara a llover. Todo a su alrededor se volvió negro, sólo Zane e Isis quedaron en la habitación iluminada de un lugar que no podía reconocer, él le sonrió débilmente pues el dolor de las heridas no le dejaba pensar con claridad, levantó el brazo izquierdo, e hizo un ademan de despedida antes de desaparecer.

Isis escuchó que la llamaban pero estaba demasiado aturdida como para identificar de donde venia la voz, estaba mareada, no podía decir ni siquiera donde se encontraba solo que sus ojos aun se sentía demasiado pesados como para abrirlos. El ser que le hablaba volvió a llamarla, esta vez sonaba desesperado, sintió como sacudieron su hombro fuertemente, trató de despertarse pero su cuerpo se negaba a responderle, hizo un esfuerzo en entreabrir los ojos. Un cielo estrellado le dio la bienvenida, volvió a ser llamada y con una mueca de dolor giró su vista hacia el ser que la llamaba, era Caleb que la miraba preocupado, con un poco de dificultad logró sentarse siendo ayudada por Caleb.

-¿Estás bien? –Preguntó él viéndola con atención.

Ella no respondió, trató de ordenar sus ideas y la imagen de Zane llegó a ella, miró sus manos y un grito se escapó de su garganta, recordó la sangre que las había manchado, guió temerosa sus manos hasta su cuello y sostuvo el dije de mariposa, dudó unos segundos antes de decidirse a mirarlo, lágrimas empezaron a derramarse de sus ojos, dos de las ocho perlas de la mariposa estaban totalmente negras, sin duda Zane estaba muriendo, tenía que hacer todo lo posible para encontrar a Zane.

Caleb repitió la pregunta que le había hecho a Isis pero ella no contestó, Caleb dirigió su mirada hacia el collar y no falto explicar su llanto, él colocó una mano en su hombro y por alguna razón ella se tranquilizó.

-Tuve otra visión –dijo Isis con voz temblorosa –será mejor que encontremos a Zane pronto si es que queremos encontrarlo vivo.

-Nos la contarás dentro de la casa –dijo Helios que había estado de pie detrás de Caleb y observaba a Isis con atención.

Ella asintió con la cabeza y Caleb le ayudó a ponerse de pie, elevó la vista, Kristal estaba de pie delante de la puerta de la casa central, todas las luces de las tres estancias estaban encendidas, debía ser ya muy tarde y los demás debían estar ya en la casa. Se sintió guiada dentro de la casa, pero estaba demasiado aturdida como para oponerse o colaborar, las luces del estudio de Helios la cegaron en cuanto entró a la habitación, no recordaba haber entrado en esa habitación antes, era una habitación realmente extraña, tenía una forma circular y estaba llena de largos estantes repletos de libros, miró hacia abajo y por un momento la sensación de vértigo la invadió, el piso de la habitación era de cristal, lo que le permitía tener una perfecta visión de su mundo. Caleb la guió hacia una silla y dejó que se sentara, sin duda esa sería una larga noche.