jueves, 4 de marzo de 2010

Book II, Capítulo XIV, Sara Brown

“Para vivir realidades, primero hay que soñarlas...
Pero si las escribes
Esos sueños pueden pasar a ser
Parte de las ilusiones de otros...”
Anónimo
Capítulo XIV
Sara Brown

Isis sonrió divertida ante la graciosa visión de Caleb viendo asombrado por la ventana del jeep, sin duda él era el más feliz por estar en el mundo humano, Caleb volteó a ver con una sonrisa a Isis, los dos estaban sentados en el asiento de atrás del automóvil, April en el asiento del copiloto y Kevin manejando. April se veía cansada, y aunque Kevin seguía actuando igual, las bolsas moradas que se le habían formado debajo de los ojos daban a entender que estaba exhausto. Era de esperarse la falta de sueño, después de todo, la mayoría del tiempo tenían que estar pendientes por cualquier ataque, el descanso era un lujo que no podían darse en esas condiciones.

La castaña revisó la hora en su reloj de muñeca que recién había recogido, después de todo lo había dejado, pues estando en los mundos mágicos los relojes no funcionaban muy bien y terminaban descontrolados por los cambios de mundos, eran las dos de la tarde del veintinueve de octubre. Llegar a su casa le tomaría por lo menos dos horas de viaje, pero antes debían pasar a la universidad para que April pudiera tomar algo de ropa para dormir en casa de Isis, entonces recordó algo, los cuatro estaban vestidos con ropas mágicas pues las que habían tenido puestas las habían dejado en casa de Helios. Ahora tendría que idear algo para no pasearse vestidos como locos por todo el campus de la universidad. Ella y April podrían ir a cambiarse de ropa a su habitación pero el problema era Caleb, Isis no creía que la ropa de Kevin le quedara al elfo, Caleb era por lo menos cinco centímetros más alto que su amigo y tenía mucho más musculatura que este, además estaba el pequeño inconveniente de que Isis tendría que avisar a Miranda que iría a casa.

-Kevin –llamó Isis, inclinándose un poco hacia el asiento de su amigo que giró un poco el rostro hacia ella en señal de que la escuchaba -¿Qué haremos con la ropa de Caleb?, él no puede andar aquí vistiendo de ese modo.

-Pues no creo que mi ropa le quede –Contestó Kevin después de meditar un momento.

-Eso ya lo sé –Dijo Isis sonriendo -¿Alguna idea April?

-Ninguna –Respondió la chica volteando hacia la ventana del vehículo donde ya podía ver a cientos de chicos caminar por el lugar, habían llegado a Saint Pearson.

-Yo tengo una idea –avisó Caleb sin quitar su vista de la ventana –Puedo usar un hechizo para poder cambiar el aspecto de mi ropa, solo tienen que decirme qué aspecto debo tener.

-Eso es grandioso –Dijo Isis mientras se acercaba un poco más al elfo para poder ver lo que él veía por la ventana –puedes tomar la apariencia de la ropa de cualquiera de esas personas –indicó Isis señalando a un grupo de jóvenes que platicaban.

-Bien –Dijo Caleb siguiendo al grupo de jóvenes con la vista que ya habían quedado atrás.

-¿Podrías aparcar el auto ya? –Preguntó April un tanto irritada a Kevin –Mira que Caleb se está esforzando por encontrar lo que va a usar.

-Tranquila –Contestó Kevin al momento que aparcaba el jeep en el estacionamiento del campus –bien Caleb, ahora puedes hacer tu…

Las palabras de Kevin se desvanecieron al ver que el elfo ya no tenía rastro de ropas élficas y había hecho que sus orejas se volvieran redondeadas en las puntas como las de cualquier humano.

-¿Cuándo has hecho el hechizo? –Preguntó Isis incrédula –ni siquiera lo he oído.

-Lo he susurrado cuando volteaste a ver a April –Explicó tranquilamente Caleb –y bien ¿Qué tan convincente es mi aspecto?

-No tan convincente –Dijo April volteándose de tal modo que podía ver a la perfección a Caleb.

-¿Por qué? –Cuestionó el elfo confundido ante la respuesta de la humana.

-Porque ningún humano es tan guapo y reluciente –Contestó April sonriendo divertida por la expresión del chico.

-¿Caleb, puedes usar ese mismo hechizo en nosotros? –Preguntó Isis viendo pensativamente a Caleb –de ese modo no tendríamos que cruzar el campus con estas ropas.

-Si, por supuesto –Dijo él viendo de arriba abajo a Isis.

…………………………………

Isis y los demás caminaban por el campus sin prestar mucha atención a los innumerables susurros de admiración y envidia de los estudiantes de Saint Pearson, después de todo no todos los días se tenía a un joven tan apuesto como lo era Caleb entre los estudiantes que sin saberlo estaban presenciando el gran encanto de esa raza. Caleb parecía inmune a todas las miradas y solo se limitaba a mantener su encantadora sonrisa en todo el trayecto, después de todo, él debía de estar acostumbrado a ese tipo de halago.

Isis suspiró mientras se sentaba al lado de Caleb en una banca, después de todo, era mejor que April y Kevin fuesen a traer lo que necesitaban de los dormitorios y luego regresar a donde ellos se habían quedado. Los murmullos de parte de las señoritas no se hicieron esperar alrededor de ellos, Isis solo esperaba que no apareciera su querida hermana, o por lo menos no antes de que llegara April y ella pudiera ir a buscar a Miranda para decirle que irían a casa, no quería que su hermana empezara a flirtear con Caleb, y si Miranda lo veía sin duda que lo haría y las preguntas sobre él no tardarían en aparecer.

-Caleb, ¿Cuántos años tienes? –Preguntó Isis mientras jugaba con sus cabellos, odiaba los silencios entre ella y Caleb.

-No recuerdo muy bien –Respondió sonriendo el elfo –verás, cuando tienes tantos años es muy difícil seguir contándolos, pero debo tener como cincuenta.

-¡Eres más joven que Zane! –Exclamó Isis mientras giraba su rostro hacia Caleb.

-Sí, aunque un poco mayor que Alberich, él y yo debemos llevarnos unos cinco o diez años –Dijo Caleb mirando a su alrededor prestando atención a cada detalle, viéndole a los ojos se podría decir que era un niño maravillado con cada cosa que miraba –me gusta mucho tu mundo, aquí la mayoría sonríe y muestra infinidad de emociones, es muy divertido.

-Pues yo prefiero los demás Mundos Mágicos –Dijo Isis mientras dejaba descansar su cabeza sobre sus manos apoyadas en las rodillas –Todo en el Mundo Humano va demasiado rápido, tanto, que a veces es difícil apreciarlo, en cambio en los mundos mágicos todo se mueve lento y delicado, todo parece ser eterno.

-Pero vivir como humanos es más divertido, Isis, porque solo ustedes viven su vida intensamente porque saben que quizás mañana no podrán abrir los ojos –Dijo Caleb con una sonrisa melancólica –cuando era niño mi madre me traía a este mundo, a lugares alejados pero hermosos, fue por eso que aprendí a sonreír, porque son ustedes los que pueden comprender el valor de una sonrisa.

-¿El valor de una sonrisa? –Preguntó Isis curiosa, recordaba haber leído algo sobre eso pero ahora no lo recordaba.

-Sí, porque solo una sonrisa es capaz de cambiar todo a su alrededor, los ojos y los labios están unidos, una sonrisa verdadera es aquella capaz de llegar hasta los ojos de todos, incluso del que sonríe. –Explicó Caleb volteando hacia Isis –Una verdadera sonrisa puede salvar a una persona de la oscuridad. Sabes, solo al apreciar la forma de sonreír de una persona conocerás como realmente es.

-Pensé que eso se lograba viendo a la persona a los ojos –Dijo Isis.

-Sí, así es, pero a veces los ojos son más difíciles de descifrar que una sonrisa y como dije antes, una sonrisa está ligada a los ojos, una sonrisa puede encantar –mencionó Caleb distraídamente –además aunque sea una sonrisa fingida tú puedes leerla, solo tienes que estar atenta y entonces podrás ver en esa sonrisa quizás hermosa lo horrenda que es la persona.

-Una sonrisa –susurró Isis por lo bajo, entonces no pudo evitar que el recuerdo de la primera vez que vio la sonrisa de Zane apareciera en su memoria, claro, no se podía llamar una sonrisa, porque él apenas había curvado los labios, pero para ella lo fue.

-¡Isis! –llamó alguien ruidosamente a su izquierda, Isis dio un respingo, esa voz era demasiado inconfundible, era la voz de su hermana Miranda -¡Te he estado buscando por todo el campus! ¿Dónde te has metido? Yo no soy tu sirvienta para andar guardándote mensajitos, ¡consíguete un celular quieres!

Y con un par de zancadas Miranda se colocó al frente de Isis con una expresión de rabia contenida, la miraba con odio, pero su rostro mutó en cuanto giró un poco los ojos hacia Caleb, ahora se veía sonriente y agradable, cuan hipócrita era su expresión. Caleb, tenía razón una sonrisa podía ser muy fácil de leer.

-¡Oh! lo siento tanto, yo soy Miranda Brown, ¿tú eres? –preguntó melosamente Miranda viendo con vehemencia a Caleb.

-Caleb –se presentó sonriendo el elfo, Miranda suspiró –No sabía que Isis tuviera una hermana.

-Pues que mala es, pero es de esperarse, no se lleva bien conmigo –Dijo Miranda ensanchando su sonrisa mientras jugueteaba con un mechón de su cabello.

-¡Basta, Miranda! -Exclamó irritada Isis mientras se ponía de pie, odiaba esa forma de ser de su hermana -¿Qué quieres?

-Mama llamó –contestó Miranda en un bufido –quiere que estemos en casa para su fiesta de Halloween, ya sabes, como cada año, mama invitará a todos sus compañeros de trabajo, alguno que otro estudiante y se sentarán a charlar sobre mitología y demás seres mágicos y este año no quiere que ninguno de sus hijos se pierda de la fiesta.

-Bien, gracias, estaré ahí, ahora ¿puedes irte? –Preguntó Isis a su hermana con clara molestia reflejada en su voz.

-¡Pero qué desesperada!, ves –Mencionó Miranda viendo a Caleb –no deberías estar con alguien como Isis, es un ogro, deberías buscar a alguien como yo.

-¡Oh! lo tendré en mente –Dijo Caleb ensanchando su sonrisa, sin duda él era el que más estaba disfrutando de la presencia de Miranda.

-¡Eh! ¡Miranda, no sabía que las brujas salían de día! –Exclamó Kevin mientras caminaba al lado April hasta donde estaba Isis.

-¡Cyber-tonto!, ¡Cuánto me alegra verte! –Dijo Miranda con sarcasmo reflejado en cada sílaba – ¡Pero si vienes con la distinguida señorita Stand!

-Buenas tardes, Miranda –Dijo cortésmente April con una falsa sonrisa adornando su rostro, en afán de burla.

-Bueno, me voy antes de que se me pegue algo de los cerebritos –Dijo Miranda mientras se despedía sonriendo de Caleb y se perdía entre la multitud de estudiantes.

-Pues le caería muy bien un poco de cerebro –Mencionó April viendo el lugar donde acababa de esfumarse Miranda.

-Déjala ya April –Dijo Isis recuperando su usual sonrisa -¿Nos podemos ir ya?

-Sí, claro, ya lo tengo todo para ir a tu casa –Contestó la rubia, al momento que emprendía el camino de regreso al Jeep junto con Kevin -¿Crees que al Sr. y la Sra. Brown no les moleste que me quede a dormir en tu casa?

-No, a mama le agrada tener visitas en casa y papá se tiene que acostumbrar, no le queda de otra –Respondió Isis mientras se ponía de pie junto con Caleb y comenzaban a caminar detrás de April y Kevin –además mi padre está de viaje de negocios, como siempre.

-Isis –llamó Caleb después de un rato de silencio –si nos vamos a enfrentar a Shinigami, no será seguro que April o Kevin vengan con nosotros.

-¿Y eso por qué? –Quiso saber April que había alcanzado a oír al elfo –estuvimos buscando a Zane a su lado, corriendo el mismo peligro que si nos viesen atacado en los Mundos Mágicos que aquí. No veo cual sea el problema de que los acompañemos al cementerio.

-April, estamos hablando de magia negra y de Mensajeros de la Muerte, las almas humanas son demasiado fáciles de manipular –explicó Caleb pacientemente a la humana.

-Isis también es humana, corre el mismo riesgo que nosotros –Argumentó Kevin viendo esperanzado a los ojos de Isis, la que bajo la vista al instante.

-Lo siento Kevin, April, pero Caleb tiene razón. Yo corro menos peligro que ustedes por el hecho de que puedo usar magia en contra de nuestros enemigos en cambio ustedes…yo…no me perdonaría si algo les pasara –Respondió Isis sin atreverse a ver a ninguno de sus amigos.

-Eso lo hubieses pensado antes de dejarnos acompañarte desde el inicio –Reclamó April cuando por fin llegaron hasta el Jeep.

-Eso lo sé, April, se que fue un error que tú y Kevin me acompañaran, pero yo pensé que el collar se equivocaba, que Zane estaría a salvo y cuando Eclipse me confirmó que estaba secuestrado lo único en lo que pensé fue en encontrarlo, no en los peligros en los que los estaba metiendo –Dijo Isis mientras una lagrima de indignación corría por su mejilla –cuando me di cuenta del peligro en el que se encontraban, ya estábamos pisando las entrañas de un volcán a punto de estallar y después yo no tuve el valor para decirles que no podrían ir conmigo al mundo del aire porque necesitaba de ustedes ¡Siento mucho eso!, pero ahora ya no puedo meterlos en problemas, por favor no insistan, en suficientes problemas estarán con ir conmigo a casa.

-I…Isis –tartamudeo April mientras se mordía el labio interior intentando guardar la indignación que la cubría, después de todo Isis tenía razón, estaba poniendo en peligro su vida por alguien a quien no conocía.

-Iremos a casa contigo Isis –dijo Kevin mientras abría la puerta del Jeep –ahí te ayudaremos a planear algo para salvar a Zane y en Halloween te cubriremos la espalda con tu madre. Así que ahora sube a jeep y volvamos al lugar donde todo esto empezó.

Era cierto, el lugar donde su destino y el de Kevin se habían marcado era aquella sencilla calle rodeada de antiguas casas donde ya nadie recordaba lo mágico que podía llegar a ser el mundo, donde las personas ya habían olvidado la magia que un día habían encontrado en un libro de cuentos infantiles. Lo que la hacía sonreír, era que al menos, cuando el tiempo pasara, ella sería la única anciana humana que aún siguiera creyendo en hadas.

Una pequeña sonrisa se formó en sus labios, creer en los Mundos Mágicos sería su único aliciente en los años que vendrían, para soportar la pérdida de tantos amigos y de tantas cosas inigualables. O al menos, esperaba que el día, en el que su rostro estuviera surcado de arrugas, ella siguiera teniendo tan pulcros sus recuerdos acerca de la magia, como lo eran ahora y que no parecieran un lejano e increíble sueño, pero sabía que eso no podía ser, ya lo había escuchado una vez, los humanos no tienen buena memoria. Por lo menos esperaba tenerlos presentes para poder contarlos, eso era todo lo que deseaba.

Sintió a Caleb moverse inquieto en el asiento a su lado, parecía sumamente emocionado por el hecho de ir a una casa humana, y lo podía comprender a la perfección, ella había sentido esa misma emoción un año antes cuando Zane la guiaba a La Cabaña, y luego a la casa de la Maga Mariza, esa sensación de fascinación que hacía latir el doble de rápido al corazón, haciendo que todo se moviera mucho más lento de lo que en realidad era delante de los ojos.

-Caleb, no te molestaría quedarte en casa de Kevin ¿Verdad? –preguntó Isis mientras recostaba la cabeza en el hombro de Caleb, se sentía, contrario a lo que percibía de él, un poco angustiada y a la vez conmocionada con el hecho de regresar a su hogar con un ser mágico. Supuso, que si hubiera tenido la oportunidad de que Zane visitara su hogar, estaba casi segura que hubiera sentido lo mismo o tal vez algo mucho más intenso de lo que sentía en ese momento.

-No, por supuesto que no me molesta –Contestó él, mientras jugaba con unos cabellos de Isis, sin apartar su vista de la ventanilla a su derecha –Pero… ¿Por qué no puedo ir a tu casa?

-Pues, porque en casa no hay habitaciones libres, y no creo que a mamá le guste la idea de que te quedes a dormir en mi habitación –mencionó Isis con una divertida sonrisa.

-¿Y la habitación de Rafael? –cuestionó April.

-Él llegará a casa para la fiesta de mamá, así que ocupará su habitación –dijo Isis con un suspiro, su hermano estaría en casa, y esta vez no tendría oportunidad de charlar con él tranquilamente, pues estaría ocupada arriesgando su vida en un cementerio la misma noche en la que él llegaría, y no estaba segura de estar con vida, o estar demasiado cansada, como para hablar con él la mañana siguiente antes de que partiera de vuelta a su universidad –creo que nos ahorraremos una infinidad de dificultades si Caleb se queda en tu casa, Kevin –acotó ella.

-Bien, no hay problema, supongo que mi madre se pondrá muy feliz de que haya invitado a un amigo –mencionó Kevin con un leve encogimiento de hombros

……………………………..

Isis se apresuró a sacar las llaves de su casa y abrir la puerta, pues el frio de la recién caída noche ya empezaba a calar sus huesos, avisó su regreso y la voz de su madre desde la cocina no se hizo esperar, llevaba tiempo sin ver a su madre y más del tiempo que su madre podría recordar gracias a su reciente visita a los mundos mágicos.

-¡Isis, es un verdadero alivio tenerte en casa de nuevo! –Exclamó su madre cuando la tuvo fuertemente aprisionada entre sus brazos en un fraternal abrazo –Te he extrañado mucho, hija mía.

-Yo también, madre –Dijo Isis mientras se separaba de su madre, era agradable sentirse reconfortaba por los brazos de ella, como le hubiera gustado echarse a llorar sobre el regazo de su madre como cuando era pequeña y contarle lo que estaba pasando con el ser al que más amaba, pero era imposible, su madre no podría saber de la existencia de los Mundos Mágicos. Contuvo las lágrimas y volteó hacia April –Madre, esta es la amiga de la que te había hablado, April Stand.

-Mucho gusto, señora –dijo April sonriendo hacia la madre de Isis.

-¡Oh! el gusto es mío querida, yo soy Sara Brown –Se presentó sonriendo cortésmente la madre de Isis, -Ahora, por qué no entran al comedor, me dejan preparar algo rápido y comparten la cena conmigo, estaba a punto de sentarme a cenar.

-Claro, mamá –Contestó Isis mientras guiaba a April hacia el comedor.

April ensanchó su sonrisa, Isis y su madre eran muy parecidas, la Sra. Sara Brown era una mujer un poco más alta que su hija, eso debía ser por los tacones que llevaba puestos, tenía el cabello castaño un poco más claro que el de Isis, e igual de quebrado que el de ella, sus rostros guardaban cierta similitud, aunque la Sra. Brown tenía unos hermosos ojos almendrados. Tenía un porte sereno y a la vez alegre, su piel era blanca aunque un poco bronceada por el paso de los años. April ya había oído hablar de la profesora Sara Brown, después de todo quien no iba a oír hablar de la profesora de mitología de Rossenrock, la mejor universidad del país, la profesora Brown que gustaba de viajar por todo el mundo haciendo controversiales teorías, si, April ya había oído hablar de la profesora Brown, ella misma había escrito un artículo sobre dicha mujer para el periódico escolar, pero, saber de ella y conocerla en persona eran dos cosas muy diferentes, sin duda Sara Brown era una mujer extraordinaria.