viernes, 4 de septiembre de 2009

Book II, Capítulo VIII, El Secreto de Tú Vida y la Mía

Quienes descubren significados ruines

En cosas hermosas están corrompidos

Sin ser elegantes, lo que es un defecto.

Quienes encuentran significados bellos

En cosas hermosas son espíritus cultivados.

Para ellos hay esperanza”.

Oscar Wilde

Capítulo VIII

El Secreto de tu vida y la mía

-Mala noche ¿eh? –preguntó Caleb apareciendo atrás de Isis que dio un ligero respingo al ser sorprendida por el elfo.

-¡Caleb! –Exclamó ella tratando de librarse del susto recién propinado por el joven -¿Te he despertado?

-No, porque nunca he estado dormido, recuerda que nosotros los elfos no dormimos, por lo menos no como ustedes lo hacen –respondió él, sentándose a las raíces del gigantesco árbol, él tenía razón Zane le había mencionado lo del sueño elfico antes, ellos simplemente cerraban los ojos y entraban en una especie de trance donde se conectaban con todo a su alrededor.

-¿Cuándo me dirás el secreto? –cuestionó ella después de un momento de silencio.

-Te lo diré ahora, así que siéntate a mi lado –contestó Caleb tranquilamente, dando ligeras palmadas al suelo a su lado.

Ella se sentó al lado del chico y una fría brisa alborotó su cabello, haciendo que el bello de la nuca se le erizara, apretó contra sus manos vendadas el delgado sudadero que llevaba puesto, esa fría brisa le advirtió que venían malas noticias. Sobó ligeramente sus antebrazos, sin duda hubiese preferido el vestido antes que la ligera ropa que llevaba puesta, pues después de ser sanada había tenido que quitarse el vestido manchado de lava y ponerse la ropa con la que había estado en la universidad.

-Dime –susurró Isis a Caleb.

-Bien, veras…, cuando Zane fue nombrado Rey y tú regresaste a tu mundo, él vino a buscarme, dijo que había estado muy preocupado por mí y por Hellen –empezó Caleb y esta vez su semblante no era el mismo divertido de siempre, más bien se tornaba meditabundo. –Charlamos un buen rato en mi casa de todo lo que había pasado en los mundos durante el reinado de Alberich, y luego él empezó a hablar acerca de ti, se veía tan feliz mientras hablaba acerca tuya, de cómo habías despertado tu verdadero poder en el bosque maldito y de cómo habías peleado con Alberich hasta derrotarlo. Y también mencionó lo mucho que te amaba –Caleb hizo una ligera pausa antes de continuar –Por eso, cuando fue secuestrado y Eclipse me dijo que vendrías me tranquilicé, si tú ibas a venir todo iba a estar bien, Zane estaría a salvo…eso es todo.

Él había terminado sonriendo, Isis volteó a verlo, él no la miraba, aunque lo conocía muy poco ella podía jurar que Caleb le estaba ocultando algo, aunque no sabía qué. Él estaba demasiado nervioso y eso era poco característico de él. Caleb estaba jugando con una pequeña hoja que había caído del árbol, la pasaba de mano en mano rápidamente sin siquiera verla. Aquel ambiente alegre y seguro que siempre acompañaba a Caleb se había evaporado y eso la empezaba a preocupar. Él detuvo en seco el movimiento de la hoja y volteó a verla, Isis pudo ver duda en los ojos del elfo, ¿Qué era tan malo como para no querer decírselo?

-Hay algo más ¿Verdad? –Preguntó Isis poniéndose tensa, fuera lo que fuera quería saberlo –vamos dímelo.

Él la contempló unos segundos más antes de empezar a hablar totalmente serio –Zane mencionó que no le importaría unir su vida con la tuya para vivir juntos mientras esta durara.

-¿Y eso no es bueno? –Isis no sabía si reír o no.

-No cuando él es un elfo, y más aun un Rey y tú una humana, Zane ha estado ocultándotelo pero yo no puedo ocultártelo –dijo Caleb dejando caer la hoja destrozada al suelo y llevando una mano hacía su frente.

-¿Y qué es lo que me está ocultando? –Isis empezaba a perder la paciencia y una ráfaga de miedo empezó a devorarla.

-Las bodas élficas no son iguales a las bodas humanas –explicó él, mientras quitaba la mano de su frente y su voz se tornaba amarga –en nuestras bodas se une el alma de los esposos, se une de verdad, no solo una unión simulada como lo hacen ustedes los humanos. La vida de un esposo se convierte en la vida del otro, la frase sola la muerte puede separarlos toma sentido cuando si uno muero el otro también. Solo entonces se pone verdadero empeño en proteger la vida del otro y proteger la tuya porque si tú mueres también lo hará tu esposo.

>>Isis, para nosotros los inmortales la vida de los humanos es tan corta como el tiempo que tarda un relámpago en cruzar el cielo, si Zane llegara a casarse contigo, y estoy seguro que te lo pedirá pronto, perdería su inmortalidad pues lo que tu vivas, él vivirá, tú que sabes usar la magia tendrás una vida mucho más larga que la de cualquier humano, pero aunque sea así acortaras terriblemente la vida de Zane, él envejecerá al igual que tu lo harás, el día en que la vida te abandone también lo abandonara a él, ese será el precio de tu unión con Zane.

-Eso no…no…-trató de decir Isis sin embargo la voz se le cortó. Lo que decía Caleb era horrible, si algún día decidía casarse con Zane la vida de él…, él se volvería mortal, un simple mortal como ella, un ser atado a las leyes de la vida, un ser que debía morir. Ella no podía permitir eso, debía de haber otra forma – ¿Y si no nos casamos?

-Las casas nobles de los mundos mágicos no aceptaran eso, Zane me escribió una carta hace poco en la que me decía que los nobles empezaban a molestarse por el simple hecho que él pasaba demasiado tiempo contigo, alguien con quien no tenía ningún compromiso. En la carta él también expresaba el deseo de los nobles por ver la descendencia de su Rey y eso…bueno…ellos jamás dejaran que un elfo tan importante como lo es el Rey de la luz tenga hijos fuera del matrimonio. Y estoy seguro que Zane no quiere a otra mujer más que tú para esa labor, él te ama.

-Caleb, yo…yo…no…podría –De nuevo las palabras no salían, su corazón era un remolino de emociones, era una mezcla entre tristeza, terror y pánico. Tenía ganas de gritar hasta desgarrarse la garganta. Ella no dejaría que Zane acortara su vida por ella, si estar juntos significaba que él moriría no lo estarían más. Si ese era el caso, sería mejor que Zane estuviera con R…-No tienes de que preocuparte, yo…cuando encontremos a Zane será la última vez que lo vea. Yo no puedo permitir que él sacrifique su inmortalidad por mí.

-Yo…-Caleb despegó la vista de Isis y la dirigió hacia el frente –eso será lo mejor. Zane ha sido uno de los mejores reyes que ha visto el mundo de la luz, ha hecho más que cualquier otro Rey y eso que sólo lleva un año en el trono, por eso todos sus súbditos quieren que permanezca todo el tiempo posible reinando.

-Yo no me atrevería a robarle su vida –mencionó Isis y frías lagrimas de deslizaron por sus pálidas mejillas –lo amo demasiado como para hacerlo.

-Lamento haber tenido que decirte esto de manera tan cruel –dijo Caleb y el ambiente tenso que habían estado presente entre ambos se suavizo de inmediato.

-No, me alegro que me lo dijeras, seguro que Zane me hubiera dicho cuando ya fuera demasiado tarde –dijo Isis tratando de contener las lagrimas que salían sin control de sus ojos. Dolía demasiado saber que lo tenía que abandonar.

Caleb pasó una de sus manos por los hombros de ella acercándola a él y cuidadosamente seco las lagrimas de la chica con su mano. Ella soltó un sollozo ahogado y se abrazó fuertemente a él, mientras las lágrimas no dejaban de correr. Un lo siento fue lo único que pudo susurrar Caleb antes de dejarla que mojara su hombro con lagrimas que él había hecho salir.

…………………………………………….

La mañana los sorprendió a todos, sin duda la iluminación cambiaba bastantes, con la llegada de ese sol opaco. Caleb fue el primero en abrir los ojos, aunque no osó moverse pues Isis se había quedado dormida recostada en él. La joven humana necesitaba descansar para afrontar lo que venía y no se podía decir que la noche anterior hubiese descansado. April fue la segunda en despertar y se sorprendió al ver a su amiga con Caleb aunque bastaron unas cuantas señas de parte de Caleb para explicarle a April que no hiciera ruido para no despertar a Isis, aunque el ruido que siguió, tiro a la basura los esfuerzos de Caleb, pues con estruendo el árbol de los mundos se abrió dejando a la vista a cuatro hermosos pegasos de pelaje y plumas blancas quienes se pusieron a relinchar ferozmente en cuanto cruzaron el arco del árbol.

-¿Qué…está pasando? –Preguntó aturdido Kevin mientras se levantaba de un salto aun medio dormido.

April contuvo la risa –Ha venido nuestro transporte…eso creo –contestó sin poner mucha atención.

-¿eh? –murmuró Isis aun somnolienta mientras se incorporaba con ayuda de Caleb.

-Bien, será mejor que ustedes terminen de despertarse para irnos –dijo Caleb sonriendo e inconscientemente, Isis restregó sus irritados ojos tratando de despertar por completo.

-Yo recogeré todo mientras ustedes comen algo y se arreglan –continuó Caleb, y seguido le pasó una bolsa con otro escrito cuneiforme a April que era la más despierta de los tres humanos. –Ahí hay comida.

Isis no pudo evitar recordar la plática de la noche anterior, y una nueva lágrima corrió por su mejilla. Odiaba ser tan sentimental, pero no era para menos, regresaría a su mundo y no volvería a ver al amor de su vida por el bien de él y por su propio bien. No quería que él abandonara alga tan valioso como lo era su inmortalidad por ella. Caleb tenía razón, con Zane en el trono de la luz significaba un nuevo amanecer de paz, y si la vida de él se volvía corta también sería corta la nueva paz. Recordaba que Zane había dicho algo que cuando su padre murió su madre también lo había hecho, esa vez Isis había pensado que había sido simple coincidencia, pero ahora sabía que había sido por el juramento que habían hecho en su boda, el juramento que hacía que sus vidas estuvieran atadas hasta la muerte.

Dios, todo era tan complicado. Isis sabía desde el inicio que su amor con Zane era imposible, desde el principio sabía que no seria fácil, primero había aparecido Rose, luego el problema de la distancia y el corto tiempo que tenían para verse sin contar que él era un príncipe elfo y ella una simple humana que había jugado a ser una heroína. Además no podía llegar simplemente un día a su casa y decirles a sus padres y hermanos que tenía un novio elfo que vivía en otro mundo y que era el Rey de ese otro mundo. Sin duda la tratarían como a una loca sin importar si vieran o no a Zane.

Suspiró por enésima vez y caminó hacia April que desde hacía un rato la había estado llamando sin respuesta. Su amiga le estaba tendiendo una manzana, pero lo que menos tenía Isis en ese momento era hambre. April refunfuñó, después de varios intentos logró que Isis tomara la manzana y le diera unos cuantos mordiscos sin ganas. Isis se alejó de la rubia y se apresuró a ir hacia los perfectos pegasos que tenía delante, sí que eran hermosos.

-Oye Kevin –llamó Isis mientras acariciaba el pelaje tan suave como el terciopelo de los pegasos –A que sería fantástico una fotografía de estos preciosos pegasos.

-Tienes razón –apoyó Kevin para luego sacar una cámara digital de su bolsillo.

-Pensé que los aparatos electrónicos no servían en los mundos mágicos –mencionó Isis cuando la luz del flash se disparaba.

-Sólo sirven cerca del árbol de los mundos –le recordó él –es una verdadera lástima que no pueda mostrar estas fotos a nadie más que a ti.

-Ahora puedes mostrármelas a mí –dijo April caminando hacia Kevin.

Isis no pudo evitar reír, aunque April y Kevin pasaran el día peleando, Isis podía jurar por algunos comentarios que hacía April, que ella sentía algo más que simple amistad por Kevin, aunque este no se daba cuenta de ello, si que su amigo era un poco despistado para ese tipo de cosas.

-¿Están listos? –preguntó Caleb después de unos minutos.

-Sí –contestó Isis, que aún estaba parada acariciando al Pegaso –pero debo decirte algo: jamás hemos viajado en pegasos.

-Eso no será problema –le dijo Caleb –ni siquiera notaras la diferencia entre cabalgar en el cielo ó en la tierra, lo único es que no le arranquen el pelo a los pegasos, o los tiraran.

-Entonces ¿Cómo quieres que nos mantengamos arriba de esas cosas? –cuestionó Kevin que había caminado hacia los pegasos junto con April.

-Monten a los pegasos y sabrán de lo que les hablo –dijo Caleb mientras caminaba hacia el Pegaso que estaba al lado de Isis.

-Como digas –dijo Isis, e intentó subirse al Pegaso, aunque aquello no resultó tan fácil como subir en un caballo ensillado. Caleb notó el problema que presentaba, acortó la distancia que los separaba, la tomó por la cintura elevándola para que pudiese montar –gracias –susurró ella cuando ya estaba arriba del Pegaso.

Él solo sonrió y caminó hacia otro Pegaso, y lo montó tan ágil como siempre, volteó y vio a Kevin y a April que ya habían subido a sus respectivos pegasos, al parecer Kevin había ayudado a April a montar, y luego él había usado una raíz cercana a su Pegaso para poder montar.

-Bien, los pegasos sabrán cuando despegar y a donde llevarnos, así que no tendrán que hacer nada –explicó Caleb para luego inclinarse hacia la oreja de su Pegaso para susurrarle –vamos dulzura.

Entonces el bello Pegaso en el que Caleb montaba dio un relincho para luego galopar hacia el arco de los mundos que recientemente se había abierto con el relincho del Pegaso. El Pegaso se lanzó hacia el vacío, al igual que los pegasos en los que iban montados los chicos. Isis ahogó un grito cuando caían, por un momento pensó que se estrellarían haciendo que inconscientemente se abrazara fuertemente del cuello del animal, este agitó sus alas y con un suave impulso de ellas se empezó a elevar al igual que los demás.

-Dan un buen susto ¿Verdad? –bromeó Caleb desde su Pegaso que ya se hallaba unos cuantos metros arriba de ellos.

-Eso no lo dudes –dijo con voz temblorosa Isis.

Caleb sonrió, ella volteó y miró a su alrededor, el mundo del aire era increíble, a donde mirara estaba lleno de blancas nubes y cielo azul, un sol brillaba suavemente filtrándose por entre las nubes, dando un efecto de eterno atardecer. El viento era tibio y agradable, después de tanto tiempo en aquel fuerte y helado viento del mundo oscuro, aquel viento empezaba a dar color a las pálidas mejillas de Isis.

Ahora que estaba montando al Pegaso, comprendía lo que había dicho Caleb, montar a aquellos pegasos era mucho más cómodo que montar un caballo, se sentía como si se estuviera deslizando por las nubes suavemente, ni siquiera notaba el impulso que se daban con las inmensas alas los pegasos, podría estar así todo el día. Se soltó despacio del cuello de su Pegaso y llevó sus manos hacia la parte de atrás de su cabeza para soltar su cabello que había atado la noche anterior.

El Pegaso se elevó unos cuantos metros más por sobre las blancas nubes, esta vez Isis contempló un paisaje diferente, pero igual de sorprendente que el primero. A la lejanía podía apreciar casas que se erguían sobre las nubes, cada una de esas casas estaban acompañadas de otras, en su mayoría dos o más, casas en nubes continuas comunicadas con puentes. Las casas parecían hechas de azúcar y al frente de ellas algunas tenían un hermoso jardín de flores y frutos que llenaban el ambiente con un exquisito aroma.

-Isis –llamó April extasiada con la vista de aquel mundo –aquí se cumple literalmente lo de hacer castillos en las nubes.

Isis sonrió, April tenía razón, ahora solo faltaba conocer a los habitantes de ese fantástico mundo donde sin duda los sueños volaban.

No hay comentarios:

Publicar un comentario