viernes, 21 de agosto de 2009

Book II, Capítulo VI, En el Cráter del Volcán


“La verdadera amistad

Es como la fosforescencia,

Resplandece mejor cuando

Todo se ha oscurecido”.

Rabindranath Tagore

Capítulo VI

En el Cráter del Volcán

Caleb caminó por entre los árboles haciendo gala de sus reflejos élficos. Se ubicó detrás de un seco ciprés y observó a los Penumbra que acampaban a las faldas del volcán. Tres de aquellos monstruosos seres estaban sentados alrededor de una fogata en la que se cocinaba algo parecido a un venado destazado, junto a ellos había otros dos Penumbra que estaban extendidos en el suelo, parecían dormir.

Sin duda aquellos monstruos eran terribles y el fuego de la fogata asentaba más sus horribles rasgos de Penumbra. Los Penumbra eran el resultado de la deformación del alma de los muertos que no habían podido ir al cielo ni al infierno y que se habían negado a ir al purgatorio. Tenían los cuencos de los ojos vacíos como dos cavernas sin fondo. Su piel era de un gris verdoso y poseían largas extremidades provistas de una gran cantidad de músculos, vestidos solo con harapos andrajosos y una perla negra colgada al cuello.

Mientras se acercaba más a los Penumbra, Caleb pudo ver brillar las púas de los mazos de aquellos deformes seres que estaban alrededor de la fogata. Caleb sabía que tenía que pensar en un buen plan pronto, o terminaría en el lugar del venado, y eso no era nada agradable de pensar. Sabía que si peleaba podría derrotar a por lo menos dos Penumbra pero a los otros dos lo dudaba, además no estaba seguro de que fueran los únicos en ese despeñadero, y contra más Penumbra sería casi imposible salir con vida, después de todo, esos demonios eran conocidos como unos de los mejores asesinos.

Miró a su alrededor buscando algo que le ayudara a distraerlos, porque sin duda notarían la presencia de los tres humanos pronto, y sin contar que notarían la suya propia y estando tan cerca de ellos seria al primero que atacarían. Notó que el más grande de los Penumbra estaba olfateando algo, Caleb maldijo por lo bajo, el viento que corría hacia ellos no estaba ayudando en nada.

-El aire huele extraño -gruñó el voluminoso Penumbra sin dejar de oler por encima de su cabeza con frenesí.

-Estás loco, yo no huelo nada, Ulrra -le dijo el Penumbra que estaba arrodillado girando la carne del venado para que se cosiese por igual.

-Lo que pasa es que tienes hambre, mejor comamos el venado ya -dijo el otro Penumbra que jugaba con lo que parecía ser los ojos del venado - ¡Hegor, no te comas el venado! -gruñó hacía el otro Penumbra que estaba arrodillado y que tenía la boca llena de carne.

-¡Maldito Cerdo! -gritó el que llamaban Ulrra, golpeando la cabeza de Hegor que hizo un sonido similar al que hace una roca al golpear el metal -Comamos de una vez.

En menos de un segundo los tres Penumbra estaban peleando por el mejor pedazo de carne, se empujaban de una manera tan brusca que tal parecía que lo que buscaban era comerse entre ellos mismos. “Parece que les gusta jugar con la comida y tanta hambre tienen” pensó Caleb “entonces les daré algo divertido que comer”.

Caleb susurró unas palabras en lengua élfica y tan pronto como fueron pronunciadas tres pequeñas sombras surgieron de entre la penumbra para luego alejarse de él por entre las raíces de los árboles para perderse entre el campamento de aquellos abominables monstruos, Caleb sonrió, eso sería muy divertido.

-¿Qué es eso? -dijo Hegor con una pata de venado saliendo de su enorme boca.

-¿Qué…? ¡Ah! -exclamó el otro Penumbra que antes había delatado a Hegor -sabrosos ratones -agregó con entusiasmo al ver a tres pequeños roedores que los miraban con ojos inocentes.

-¡Me encantan los ratones! -dijo Ulrra girándose hacía los pequeños y grises ratones que olisqueaban el aire sin cesar -Me encanta devorarlos porque tienen una jugosas y sabrosas almas.

-¡Vamos a atraparlos! -dijo Hegor con entusiasmo.

-Si -exclamó el tercer Penumbra poniéndose de pie y tomando uno de los mazos llenos de filosas púas -Comámoslos ahora.

Caleb sonrió, los tontos habían caído en su plan. Los Penumbra empezaron a acechar a sus próximas víctimas con una agilidad poco característica en seres tan grandes como ellos, tenían expresiones realmente terroríficas, no era de extrañarse que sus presas murieran con una expresión de miedo en el rostro, pero aquellos ratones no se movieron ni un ápice simplemente se dedicaron a verlos.

Hegor fue el primero en lanzarse hacia los ratones que se escabulleron rápidamente por entre las musculosas piernas del Penumbra para luego dispersarse por todo el campamento, los otros dos penumbra se lanzaron hacia uno de los roedores que estaba sobre uno de los Penumbra que dormía en el suelo rocoso, el ratón escapó por una cola, mientras que los Penumbra no corrieron con la misma suerte y terminaron precipitándose sobre aquel penumbra haciendo que este se despertara ruidosamente, despertando a los otros dos haciendo que el lugar se llenara de molestos gritos.

Caleb se dejó caer a las raíces del árbol que usaba para esconderse, contuvo con dificultad una carcajada. Realmente era bueno sacando de sus casillas a las personas, sonrió, no estaba haciendo un mal trabajo distrayendo y molestando a esos monstruos y eso solo era el inicio de lo que sus queridos ratones les iban a hacer a esos malvados Penumbra, solo esperaba que pudiera mantener el hechizo el tiempo suficiente para que los chicos humanos encontraran lo que sea que Zane les hubiese dejado antes de que su magia se evaporara.

……………………………………….

La lava burbujeaba en la superficie, mientras poco a poco iba devorando la orilla de las delgadas rocas que flotaban sobre su espesura. Isis se las había arreglado para bajar hasta las pocas rocas que flotaban sobre la fulgurante lava. Kevin había insistido en bajar junto a ella, pero Isis se había negado a que April bajase junto con ellos, en suficientes peligros había metido ya a su amiga como para que ahora arriesgara su vida en el cráter de un volcán a punto de entrar en erupción.

Isis suspiró, era realmente sofocante el calor que despedía la lava, su carne ardía, sus ojos lagrimeaban y con cada respiración sus pulmones escocían por el terrible calor extremo. Sin duda la ropa que llevaba no estaba hecha para un lugar tan caliente como aquel, su vestido era demasiado grueso además de largo y sus zapatillas tan delgadas que no podía estar más de unos cuantos segundos en un mismo lugar o sus pies se quemaban.

Saltó hacía la última roca que la separaba del otro extremo del volcán y unas gruesas gotas de lava salpicaron su vestido, por un momento pensó que se quemaría, pero simplemente las gotas resbalaron por la negra tela hasta la roca donde emitieron un sonido silbante al carbonizarla. Isis contempló su vestido, una línea rojo brillante había quedado donde las gotas de lava se habían deslizado. Recordó que el vestido que llevaba estaba hecho de tela élfica la que no podía ser destruida excepto con magia, era un alivio que por lo menos la protegiera de la lava.

Kevin se colocó de un salto a su lado, sudaba a chorros, Isis sabía que su amigo no estaba hecho para trabajos físicos, pero aun así siempre trataba de esforzarse lo más que podía.

-La tela élfica nos protege de la lava -le informó a Kevin mientras le mostraba su vestido manchado de rojo.

-¡Era lo menos que podía hacer! -reclamó él, limpiándose el sudor de la frente -vamos Isis, busquemos lo que tengamos que buscar y larguémonos de aquí.

-Sí, tienes razón, es mejor que nos apuremos, me preocupa Caleb -dijo Isis y saltó al borde de la pared del volcán seguida por Kevin.

-Y ¿desde cuando te preocupa tanto ese elfo? -preguntó Kevin alzando una ceja.

-¡oh!, vamos Kevin ¿Qué insinúas? -contestó ella sin voltearlo a ver.

-Yo, nada -dijo Kevin en su defensa -es solo que la última vez que te preocupaste tanto por un elfo las cosas terminaron algo… extrañas…. Bueno… no más bien diferentes.

-Eso es… -Isis enmudeció cuando apreció el lugar que tenía delante, las cosas estaban tal y como las había visto en su visión, ahí estaban los grilletes y los restos de comida que apestaba el lugar y aquel revoltijo de mantas. Buscó con la vista algo que le hubiese dejado Zane, algo fuera de lo común, soltó una amarga carcajada, todo lo que estaba pasando estaba fuera de lo común. Volvió a revisar pero luego pensó que si él le hubiese dejado alguna pista la había tenido que esconder muy bien.

-Debe de haber algo ahí –le dijo Kevin mientras le señalaba la pila de basura –seguro que nadie pensaría en registrar algo tan asqueroso como eso.

-Tienes razón, además se ve que quisieron deshacerse de eso, después de todo lo dejaron muy cerca de la lava -apoyó Isis, mientras comenzaba a caminar hacia la pila de basura con Kevin a su espalda.

Isis removió algunas de las cosas en descomposición, con mucho cuidado de no quemarse con la lava, pues podía que su vestido protegiera a su cuerpo de las quemaduras, pero sus manos estaban desprotegidas. Movió los huesos de alguna ave y cáscaras de frutas pero no había nada.

-¿Qué es eso? –Preguntó Kevin señalando unas manchas rojas en la roca, Isis las siguió con la vista –creo que dice algo.

-Sí, creo que dice: 15151515 –dijo Isis al ver aquellas raras marcas rojas.

-¿Crees que esos números sean la pista? –cuestionó Kevin hincándose al lado de Isis.

-No lo creo –respondió ella al momento que tocaba aquellos números, estaban hechos de sangre seca –después de todo es una pista para mí, así que tiene que significar algo para mí, pero esos números no significan nada.

-Entonces deben significar otra cosa, 15151515 –susurró Kevin pensativo.

Isis contempló por un momento aquella cifra, Kevin tenía razón, debían significar algo, pero la cuestión era ¿Qué?, recordó sus pláticas con Zane, tal vez él comento algo que tuviera que ver con el número 15 y ella no lo recordaba, o tal vez hubiese pasado algo el día 15, o tal vez…

-¡Isis! –Exclamo ella poniéndose de pie –no dice 15151515, dice: Isis, Isis.

Un rugido la interrumpió y la lava subió unos centímetros más, el volcán estaba a punto de entrar en erupción, hubo otro rugido más y esta vez toda la basura cayó a la lava, Isis corrió hacia la orilla con la intención de salvar algo de la basura pero solo consiguió sujetar unos cuantos pegajosos huesos y otra cosa que solo logró rozar, haciendo que cambiara de dirección hacia la roca de la orilla, donde rebotó y volvió a caer a la lava. Giró sus ojos en dirección a donde había caído aquel objeto, y solo le tomó un segundo comprender lo que era, se tiró a la orilla de la roca que estaba a punto de desmoronarse dejando que la lava manchara la parte baja del estomago de su vestido, estiró su mano hasta tocar el oro elfico que hirvió contra sus dedos, sus instintos la hicieron retroceder de inmediato, pero debía alcanzarlo, volvió a estirar la mano, no podía permitir que la lava devorara aquel objeto, oyó gritos de Kevin a lo lejos, su mente estaba concentrada sólo en alcanzar la caliente pieza de oro, sintió como Kevin tiraba de sus tobillos para hacerla volver a la parte segura del volcán pero no podía alejarse, lo que se estaba hundiendo era la tiara que denominaba rey a Zane, una vez más estiró su brazo y esta vez su mano logró alcanzar la pieza, el oro silbó al quemar su piel, pero aunque su piel se carbonizara no iba a soltar la tiara, jaló con fuerza para extraerla de la lava y luego la atrajo hacia sí.

Isis se puso de pie de un brinco y antes de poder lanzar la tiara hacia la roca otro rugido la hizo perder el equilibrio, estaba por caer a la lava cuando Kevin la sujetó del brazo devolviéndole el equilibrio, cambio de mano la tiara y dio unos pasos más cerca de Kevin.

-¡Kevin, Isis, deben salir ahora! –gritó April desde arriba.

-¡Vamos! ¡Si no salimos ahora de aquí, no saldremos nunca! –le gritó Kevin a Isis para contrarrestar el abrumador sonido que provocaban los constantes rugidos del volcán.

Isis asintió, buscó el camino más fácil para salir, pero en ese momento por el humo era sumamente difícil encontrarlo y eso sin contar que la roca fundida ya había crecido unos diez centímetros. Apretó el oro entre sus manos entumecidas por el dolor, entonces recordó que llevaba su bolso colgado al hombro, metió la tiara en el bolso y con los ojos llorosos estiró sus dedos sintiendo correr la sangre que entre sus quemadas manos se sentía fría, apretó los dientes y tomando impulso saltó hacia la roca por la que habían venido, Kevin saltó detrás de ella.

Con mucho cuidado se fueron abriendo paso por entre los restos de roca hasta llegar al otro extremo donde habían bajado después de hacer milagros para no caer a la incandescente lava, a causa de los prominentes temblores que sacudían el volcán. Isis suspiró con resignación, lo peor estaba por empezar, aun tenían una ardua tarea, tenían que escalar los cinco metros de pared volcánica que los separaban del lugar donde estaba April. No habría habido problema si sus manos no hubiesen estado en carne viva, ignoró el dolor agudo en las quemaduras y volteó hacía la pared volcánica.

-Sube primero –le dijo a Kevin con un tono de valor mal fingido.

Él la miro por un momento evaluando el estado en el que se encontraba ella, aunque negó con la cabeza, empezó a escalar rápidamente con un poco de dificultad.

-Anda, no te quedes atrás –le animó él cuando ella llevaba unos pocos metros arriba y se había detenido.

Ella suspiró, era más fácil decirlo que hacerlo, pero aun así siguió con la dolorosa labor. Cuando Kevin se halló al lado de April tomó la muñeca de Isis cuidando de no lastimar sus heridas manos y la jaló hacia arriba, ella gimió de dolor, podría jurar que ahora no solo las palmas de sus manos estaban peladas hasta los huesos ahora también lo estaban sus codos, rodillas y no solo era eso, ahora sus pies se habían quemado por el rocío de lava que se había desprendido de su vestido. Suspiró con pesar, ahora solo quedaba bajar.

…………………………………….

Caleb estaba por ahogarse con su propia risa, esos tontos Penumbra seguían persiguiendo a los tres ratones que había convocado con ayuda de la magia, lo más gracioso de todo era que uno de ellos se había metido en la garganta de uno de esos horribles monstruos, Ulrra, y lo estaba estrangulando, sus compañeros gritaban tratando de sacar al ratón de la garganta del Penumbra, pero por más que trataban no podían. Por la forma en la que gritaban tal parecía que aquel sucio Penumbra era su líder y eso significaba que matarlo tenía más valor que matar a cualquier otro de los ahí presentes. Sonrió, que bueno que se le había ocurrido ese plan.

Caleb dirigió su mirada hacia el imponente volcán, se mordió el labio inferior con fuerza, desde hacia varios minutos que el volcán rugía y emitía una gran cantidad de humo negro y denso que se elevaba hacia el negro cielo. Sin poderlo evitar se estaba empezando a preocupar por los humanos, el humo cubría cualquier olor, así que podía dejar a los Penumbra e ir a buscar a los chicos antes de que el volcán entrara en erupción.

Enfocó su vista hacia el lado del volcán que podía apreciar, sus pupilar se dilataron en un abrir y cerrar de ojos volviéndose finas y alargadas dándole un toque felino. Pudo ver tres siluetas humanas que bajaban torpemente la rocosa superficie del volcán, vio la silueta que sería Kevin que traía a otra figura más, enfocó con frenesí su vista hasta contemplar, que como había predicho, Kevin bajaba del volcán con una tambaleante Isis que sujetaba por el brazo. Pudo ver manchas rojas sobre la superficie negra del vestido, tal vez sangre. Sería mejor ir hasta ellos, si encontraba a Zane y este encontraba a Isis en malas condiciones, o peor aún, la encontraba muerta sin duda su cabeza rodaría por el suelo.

Llamó su flecha y pronunció el lugar al que iría en lengua élfica y dejando un rastro de humo azul desapareció.

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