viernes, 28 de agosto de 2009

Book II, Capítulo VII, Confianza


“Un libro abierto es un cerebro que habla;

Cerrado un amigo que espera;

Olvidado, un alma que perdona;

Destruido, un corazón que llora”.

Proverbio hindú

Capítulo VII

Confianza

April dio un ligero respingo cuando Caleb apareció a su lado envuelto en una nube de humo con un ligero chasquido, él tropezó un par de veces en las piedras sueltas hasta detenerse, un poco más adelante de Kevin e Isis.

-Odio viajar con magia –dijo Caleb sonriendo mientras se rascaba la nuca distraídamente.

-¡Nos has dado un susto de muerte! –se quejó April adelantándose hasta él.

-Lo siento –se disculpó él para luego voltear a ver a Isis que estaba tan pálida como el papel y respiraba con dificultad -¿Qué sucedió?

-Encontramos la pista –dijo sin aliento Isis –pero te la mostrare luego porque el volcán está a punto de entrar en erupción.

Caleb elevó su vista hacia el cráter humeante y otro rugido del volcán hizo temblar el suelo a sus pies, tenían que alejarse lo más que pudieran del volcán pronto, si no querían terminar hechos cenizas. Sería mejor apresurarse, Isis realmente se veía demasiado herida, caminó hasta ella y comprobó su estado con la mirada, en realidad estaba demasiado herida para su gusto y estaba seguro que ese frágil humano no la soportaría por mucho tiempo más.

-Bien, salgamos de aquí –dijo Caleb mientras colocaba un brazo sin fuerza de Isis sobre sus hombros y colocaba su mano detrás de la cintura de ella, susurró el hechizo e hizo aparecer una flecha sobre su mano libre.

-April acércate –le dijo a la rubia antes de pronunciar el hechizo de tele transporte con voz aguda, usar magia estaba cobrando factura en su cuerpo –ep pac megeppac[i].

Sus cuerpos empezaron a girar tan pronto como las palabras de Caleb golpearon el aire, Isis apretó los ojos, su cuerpo dolía más de lo que ella esperaba y ese hechizo no estaba ayudando en nada a calmar su dolor, lo único que la motivaba era saber que ese hechizo era corto.

Soltó el aire que inconscientemente había estado reteniendo, cuando por fin los caballos aparecieron a su vista y sus pies tocaron suelo. Caleb sabía que si el volcán Deter entraba en erupción, aún en el lugar en el que estaban era sumamente peligroso, y con la pista ya en las manos de Isis sería mejor partir al árbol de los mundos donde podrían descifrarla con mayor facilidad. Suspiró, esperaba que ese fuera el último hechizo que hiciera por el día, pero un vistazo a Isis bastó para comprender que aun tenía que sanarla con magia si quería que sanara pronto.

-Kevin, April, desaten a los caballos iremos al árbol de los mundos –dijo Caleb a lo que los chicos obedecieron sin pestañar, él supuso que debían estar un tanto asustados.

-¿Puedes montar, Isis? –Preguntó el castaño cuando Dorado trotó hacia ellos.

-Eso creo –contestó ella débilmente, pues su mente estaba tratando por todos los medios de evadir el dolor que provocaban sus manos heridas.

-Yo la cuidare amo Caleb –dijo Dorado para luego moverse para darle mayor facilidad a Isis para montar.

-Bien, entonces vamos – susurró él, y ayudó a Isis a montar en Dorado, volteó y vio a Kevin y April ya montados en Ror, ahora solo faltaba él –Ven Carly –llamó, y la yegua trotó hacia él y rápidamente la montó.

Dorado y Ror se habían colocado a su lado, por cuarta vez en ese día llamó a su flecha con las fuerzas diluidas y la voz pesada, y pronunció el hechizo. Esta vez necesitaría más energía para poder llevar a los caballos consigo pero eso hacía el viaje más cómodo. El mundo volvió a girar ante sus ojos y rápidamente el árbol de los mundos les dio la bienvenida. Carly trotó hacia Isis, quien aun apretaba con fuerza los ojos cuando el vértigo se disipó, Caleb negó con la cabeza, ella no debía estar nada bien.

-¿Puedo ver la pista? –preguntó Caleb a Isis, después se preocuparía por sus heridas.

-Claro, pero tendrás que sacarla tú –le dijo ella y le mostro sus manos que brillaban en rojo al encontrarse en carne viva, Caleb frunció el ceño –está en la bolsa –agregó ella señalando el bolso café que colgaba al lado de su cadera.

Caleb hizo que Carly se acercara más a Dorado, él estiró ligeramente su brazo, sólo lo suficiente para alcanzar el bolso café, rebuscó por unos segundos hasta que sus dedos toparon el metal y extrajo la delgada tiara del pequeño bolso.

-Es la corona de Zane –dijo Kevin al ver que Caleb miraba la corona incrédulo.

-Lo sé –contestó Caleb distraídamente, mientras le daba vueltas a la tiara hecha de hilos de oro y plata trenzados delicadamente de tal forma que parecieran hojas y ramas de rosa entrelazados, una media sonrisa se formó en su rostro, aunque su primo fuera serio y frio como hielo, no se escapaba de ser un elfo y como tal, tenía el capricho de poseer solo cosas bellas y ella no era la excepción.

-La Encontramos entre los desperdicios –contó Isis mojándose los labios secos con la lengua –Zane la dejó junto con mi nombre escrito en sangre sobre la roca.

-Entiendo –dijo Caleb y volvió a darle una vuelta a la corona –hay algo que no casa en ella, no recuerdo que tuviera algo blanco en ella –y sin más la sacudió con fuerza haciendo que dos pequeñas plumas salieran volando de entre las hojas doradas de la corona.

-¿Plumas? –emitió April desconcertada.

-Zane debió haberlas escondido en la tiara –dijo Isis con el ceño fruncido –deben significar algo importante.

Caleb bajó de Carly de un brinco y levantó las pequeñas plumas blancas que habían salido volando cuando agitó la hermosa tiara.

-No son cualquier tipo de pluma–dijo Caleb después de sobarlas por un rato con sus dedos –son plumas de Pegaso, eso no hay duda. ¿Pero en este mundo? Aquí casi nunca se ven.

-Entonces esa debe ser la pista –dijo April – ¿Dónde usualmente viven los pegasos?

-La mayoría habita en el mundo del aire, -respondió Caleb –los del mundo del Aire los usan como transporte.

-¡Aire! –Gritó Isis y luego se arrepintió por el dolor que rasgo sus lastimadas cuerdas vocales –debe estar en el mundo del aire, tú lo has dicho es el único lugar en el que viven los pegasos, además Zane dijo que estaba en otro mundo.

-¡Si eso debe ser! –exclamó Kevin alegremente.

-Entonces vayamos al mundo del aire –sugirió April.

-Si fuera tan sencillo lo haríamos enseguida –dijo Caleb viendo hacia el árbol de los mundos con un aire distraído – lo que sucede es que el mundo del aire, es solo eso: aire, por lo que si no vamos en algo que vuele no podremos ir.

-Pero debe de haber alguna forma –dijo Isis, ella sabía que si Zane estaba en ese mundo debían hacer todo lo que pudieran para ir.

-Caleb, y si le pides ayuda a Lord Helios –sugirió Carly a su amo que seguía con la mirada fija en el árbol de los mundos –puedes mandarle una carta.

-¡Tienes razón, Carly! ¡Eres un amor! –dijo alegremente Caleb esta vez fijando su vista en la yegua –seguro que Helios nos ayudara, después de todo se trata del Rey de la Luz.

-¿Hablan de Helios, el dios griego del Sol? –preguntó Isis a Carly y Caleb.

-No –contestó Caleb sonriendo viendo a Isis –recuerda que les explique que aquí sus culturas no son validas, además Helios no es un dios es un Lord del mundo del aire.

-¿Qué son los Lores? –preguntó Kevin con curiosidad desmontando a Ror al igual que April.

-Son seres que no tienen naturaleza definida –contestó Dorado con voz mucho más seria de la que Isis recordaba, una voz que tal parecía llevara aun más respeto del que dedicaba cuando hablaba de Zane –Son muy pocos Lores los que habitan los seis mundos y Lord Helios es uno de los más respetados.

-¿A qué se refiere cuando dice que no tienen naturaleza definida? –cuestionó April, sacudiendo el polvo que se había prendido en su vestido, sin duda amaba hacer eso.

-Quiere decir que no son elfos porque no tienen muchas de las características esenciales de los elfos, ni tampoco son Shinigami porque no tienen los característicos ojos rojos o seres de aire porque no tienen alas –explicó Carly mientras miraba atentamente a todos con sus hermosos ojos.

-Entiendo –susurró Isis y se dejó caer sobre el lomo de Dorado, el dolor empezaba a ser insoportable, sus quemaduras estaban escociendo.

-Bueno, creo que seguiré el consejo de Carly –dijo Caleb y empezó a desatar las bolsas que estaban atadas a Dorado –mandaré una carta a Helios para que nos mande unos pegasos, así que ustedes tendrán que regresar al palacio de la luz –dijo viendo a Dorado y a Ror –Carly tú también vas con ellos.

-¡Que! –Exclamó alarmada la plateada yegua –yo no quiero ir al mundo de la luz.

-¡Oh, vamos Carly! –Mencionó Caleb dejando las bolsas recién desatadas en el suelo –te dejaría con Hellen si pudiera, pero ella está trabajando. Así que aunque no te guste tendrás que ir al mundo de la luz, además irás al palacio de ese mundo.

-mmm –dijo Carly no muy convencida –si no hay otra opción, iré al palacio de la luz con los otros caballos. Pero más te vale ir por mí lo más rápido que puedas.

-Bien, prometido –contestó Caleb y volteó hacia Isis tendiéndole la mano para bajarla del caballo, luego recordó las manos heridas de la chica y decidió ayudarla a bajar sujetándola por la cintura, ella no se opuso, se veía demasiado débil –Tomaré el Forisen –avisó cuando ella ya se hallaba con los pies en el suelo, recordaba que había visto las botellitas en la bolsa de Isis.

-Está bien –dijo débilmente Isis recostándose en Caleb, ella sabía que si no detenía la sangre y el dolor pronto, se desmayaría.

Caleb guió as Isis hacia las raíces de un árbol donde la acomodó con cuidado, Isis le pasó la desgastada bolsa negra que colgaba de su hombro derecho. A Caleb no le tomó mucho tiempo encontrar los dos botecitos de Forisen que necesitaba, caminó hacia el sombrío árbol de los mundos, vertió unas cuantas gotas del botecito dorado y lentamente se fue formando el arco que resplandeció más en esa densa oscuridad.

-Nos veremos pronto, Carly –le dijo suavemente Caleb a Carly mientras acariciaba las sedosas crines de la yegua –Dorado cuida de Carly, suele ser muy terca.

-Claro amo –Contestó fielmente el caballo y se encaminó hacia el arco luminoso –la señorita Eclipse empacó comida en esas bolsas que usted bajó amo, no es mucha, pero debe alcanzarles para el resto del viaje –agregó y dejó que Ror pasara primero el arco y luego Carly que se despidió con una leve inclinación de cabeza –Nos veremos pronto –finalizó, para luego desaparecer por el arco.

-Caleb –llamó Kevin cuando el árbol volvía a su estado normal –tenemos que hacer algo con las heridas de Isis.

-No se preocupen, yo estoy bien –dijo Isis con la mejor sonrisa que pudo dar en el estado que se encontraba.

-No sabes mentir, Isis –le aseguró sonriendo Caleb y luego agregó viendo a Kevin –Me encargare luego de las heridas de Isis solo enviaré el mensaje a Helios.

Kevin asintió, y se hincó al lado de Isis, le dio una pequeña sonrisa consoladora mientras examinaba las manos sangrantes de la chica, al igual que una preocupada April. Caleb buscó entre sus pies una hoja suficientemente grande, y la palpó delicadamente con los pulgares como buscando algo y después de unos segundos, la hoja emitió un brillo y él detuvo el movimiento de sus dedos. Destapó el frasco de Forisen de Aire y vertió unas gotas y un nuevo arco se hizo aparecer brillando en un azul tierno.

-Go zemue Helios[ii] –susurró él y dejó que la hoja se perdiera dentro del paisaje de nubes azuladas.

-¿En cuánto tiempo crees que vengan los pegasos? –Preguntó Isis cuando Caleb caminaba hacia ella y el arco se cerraba dejando todo en la oscuridad.

-Si los mandó de inmediato, los pegasos estarán aquí por la mañana –contestó Caleb cuando se hincaba al lado de la castaña –ahora preciosa, muéstrame tus heridas.

Isis dudó cuando le tendió las manos a Caleb, ella sabía muy bien lo cansado que era usar magia y podía ver brillosa por el sudor la frente de Caleb y eso siendo él un elfo, sólo podía significar que estaba exhausto, pero aun así se tranquilizó al ver la sonrisa cálida que le mostró.

-El oro élfico solo se funde con magia, pero con fuego suele ponerse muy caliente –informó Caleb mientras examinaba las manos de Isis y pasaba una de las suyas sobre las quemaduras de ella cargadas de magia, que brillaba con un brillo similar al que un día había usado Zane para sanar su tobillo hace ya un año –debiste haber tomado la corona con un trozo de tu vestido, después de todo la tela mágica es casi imposible de destruir.

-Lo sé, pero en ese momento no pude pensarlo, lo único que quería era evitar que se hundiera –contestó Isis y sintió como poco a poco el dolor y el ardor de sus manos desaparecía dejando un suave vapor color marrón.

Cuando Caleb comprobó que las manos de Isis estuvieran en un estado pasable, movió las suyas manos aún con el hechizo de curación, hacia los heridos codos de ella que no tardaron mucho en sanar, pues no estaban tan heridos.

-Las heridas no sanaran del todo, pero por lo menos en unos dos días desaparecerán absolutamente, aunque deberás procurar no esforzar mucho las áreas heridas, ó se abrirán –explicó Caleb, revisando los pies que ya tenían ampollas donde la lava había tocado, esa parte seria fácil de sanar.

-¿Crees que Zane este bien? –Preguntó después de un rato de silencio –ya han pasado dos días, y el collar… -la voz de ella se quebró otra perla se había vuelto blanca.

-Lo encontraremos pronto, recuerda que lo prometí, ahora quita esa cara triste y si lo haces te contare un secreto –esto último Caleb lo susurró al oído de Isis.

-Bien –contestó Isis, y esta vez no le costó reír pues el aliento de Caleb había hecho cosquillas en su oído.

Él sonrió, se levantó rápidamente y fue a sacar algunas cosas de una bolsa blanca con una escritura cuneiforme, que Isis recordó estaba en el lomo de Dorado. Caleb regresó con unas vendas en las manos y poco después volvió a hincarse al frente de Isis.

-Presta las manos –dijo Caleb, destapando el frasco que había traído con él, que tenía una pasta amarillenta que olía como a hierbas machacadas –voy a aplicarte un analgésico, y luego vendaré tus manos para que sanen más rápido –Caleb volteó hacia Kevin que aun permanecía hincado al lado de Isis. –Aplícale la pasta en las manos, por favor Kevin, mientras yo terminare de sanar los pies de Isis.

-Bien -contestó Kevin cuando recibía el frasco y empezaba a aplicar la pasta con cuidado en las palmas de Isis junto con April que también había querido ayudar.

-Causo muchos problemas –mencionó Isis.

Cinco minutos bastaron para que sus heridas fueran cuidadosamente vendadas. Como Caleb había dicho que los pegasos estarían por la mañana ahí, y después de poner algunas barreras mágicas, los cuatro se habían acomodado a unos cuantos metros del árbol de los mundos, y se habían quedado dormidos. Sin embargo el sueño de Isis no duró mucho, despertó sobresaltada, otra advertencia de su abuela llegaba a su mente “El amor es magia” había dicho en su sueño “Busca la puerta abierta hacia el amor”. ¿Por qué todo tenía que venir en forma de enigma?

Se levantó lo más silenciosamente que pudo, no podía estar más tiempo acostada sin poder conciliar el sueño, caminó hacia el árbol de los mundos. Colocó su mano sobre la rugosa corteza del árbol que había cambiado su vida. Sin duda una decisión es lo suficientemente fuerte para cambiar una vida.

“Hay veces en las que se debe elegir entre confiar y no confiar, y esta es una de ellas” había dicho Zane aquella noche en que lo conoció. Ahora debía confiar en que su querido elfo estuviera con vida, debía confiar en que llegaría a tiempo, antes de que los mundos mágicos volvieran a estar en caos, y por sobre todo debía confiar en ella misma. Él la había salvado de su vida de monotonía y ahora ella tenía que salvarlo a él, y pasara lo que pasara no lo defraudaría.


[i] E pac megeppac = a los caballos

[ii] Go zemue helios = ve hacia helios

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